Qué caro es ser racista

Qué caro es ser racista

Hablemos de números. Por ahora, solo de números. Un barco con 70 tripulantes, cinco días entre ida y vuelta. El trayecto parte de Lampedusa y arriba a la costa albanesa. Los pasajeros: 16 náufragos rescatados por la guardia costera italiana. El coste del traslado ronda los 18.000 euros por pasajero. (Curiosamente, lo que cuesta dar la vuelta al mundo en un crucero de 117 días). El destino final es el primer centro de deportación de la Unión Europea (UE) fuera de su territorio. Una gran prisión, cuya factura está prevista que alcance los 800 millones de euros en cinco años.

Sigamos hablando de números. Esas 16 personas, desorientadas, convertidas en espectáculo político y periodístico, quedan reducidas a una docena. Dos deben ser devueltos a Italia por ser menores y dos más porque presentan vulnerabilidad extrema. Los 12 restantes quedan detenidos en la fortaleza. Barracones prefabricados en un lugar inhóspito y siete metros de vallas de acero para recordarles que no tienen un lugar en el mundo. El uniforme obligatorio, una humillación más. Un periodista preguntó si era de color naranja (moda made in Guantánamo). También podía haber inquirido si era un pijama de rayas. Es negro, cómo no. Un juez italiano tiene 48 horas para decidir el destino de los 12 internos. Lo que venga después es incierto.

Si el sistema se regulariza, la fortaleza pronto quedará saturada. Si la idea es copiada por otros países de la Unión Europea, la distopía ya es una realidad. Una UE rodeada de tétricos campos de deportados y habitada por una población envejecida, empobrecida, temerosa y ruin. Sin suficientes trabajadores como para mantener el sistema de bienestar, desviando ingentes partidas del presupuesto al negocio de la seguridad (que volverá paranoica a una mayoría y enriquecerá a una minoría) y demasiado mezquina como para preguntarse lo que ocurre detrás de esos siete metros de valla. La factura carísima del plan de Meloni es el precio de la pedagogía. Para los migrantes, pero, sobre todo, para nosotros. Educar en racismo sale carísimo.

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