Plan Marta: se buscan españolas «católicas y solteras» para repoblar Australia

Plan Marta: se buscan españolas «católicas y solteras» para repoblar Australia

Si en la España autárquica de 1960 la evocación del extranjero resultaba exótica y remota, la mención de Australia suponía casi como hablar de otro planeta. Sin embargo, aquel año las publicaciones religiosas y los tablones de avisos de las parroquias, sobre todo del norte, se llenaron de anuncios con un mensaje desconcertante: "Se buscan mujeres para trabajar en Australia. Católicas, entre 22 y 30 años. Gran oportunidad de futuro".

Las peripecias vividas por las jóvenes que respondieron a aquella invitación componen una de las páginas más rocambolescas, emotivas y menos conocidas de la España del franquismo, y cuya enunciación sigue hoy causando asombro: ¿qué llevo a casi 800 españolas a principios de los años 60 a emprender una nueva vida en las antípodas?

La historia del Plan Marta –así fue denominado el operativo migratorio– no se comprende sin echar mano de la geopolítica. Superado el ecuador del siglo, Australia tenía urgencia por poblar su inmenso y vacío territorio, y en la otra punta del mundo, el régimen franquista andaba ávido de relaciones con el exterior y de divisas que alimentaran la famélica economía nacional. La iglesia se iba a encargar de cruzar aquellos intereses.

Promovido por grupos católicos australianos de origen irlandés preocupados por la fuerte presencia del anglicismo en el país de los canguros, en 1960 el gobierno de Canberra acordó con el de Madrid el traslado a Australia de mujeres españolas jóvenes, solteras y devotas del Papa de Roma para trabajar en el servicio doméstico. 

En realidad, existía otra motivación no expresa: desde 1958, miles de varones españoles, sobre todo vascos, habían emigrado a Oceanía para trabajar en los campos de caña de azúcar. Dos años después de la puesta en marcha de la Operación Canguro –así fue bautizado este otro proyecto migratorio– muchos de ellos empezaron a echar de menos su tierra hasta el punto de plantearse volver. Las mujeres del Plan Marta debían ser el aliciente para que renunciaran a regresar y acabaran arraigando en el país.

Plan Marta. Grupo de vascos emigrados a Australia en 1958 para cortar caña de azúcar.

Plan Marta. Grupo de vascos emigrados a Australia en 1958 para cortar caña de azúcar. / EPC

Historias duras

En 13 vuelos, entre 1960 y 1963 aterrizaron en Australia casi 800 españolas con el compromiso de permanecer dos años en el país, a menos que hicieran frente al coste de un vuelo de regreso anticipado, que superaba las 45.000 pesetas de la época. "Sus motivaciones eran múltiples. Muchas venían del medio rural y huían de la miseria. Otras eran madres solteras y escapaban a la presión social de la España del franquismo. Todas traían historias duras detrás, ninguna venía de Erasmus", cuenta desde Sidney Natalia Ortiz, profesora de Estudios Españoles en la Universidad de Nueva Gales del Sur y autora del ensayo ‘El Plan Marta (1960-1963)’, la mayor investigación realizada hasta la fecha sobre aquel operativo, publicada a finales del año pasado, y del documental ‘El avión de las novias’, estrenado en marzo en RTVE. 

Experta en migración española en Australia y residente en aquel país desde hace 30 años, Ortiz dio con la historia de ‘las martas’ casi de casualidad, ya que apenas hay registros oficiales de su existencia, y fue a través de contactos personales como logró entrevistar a 60 de aquellas mujeres, 40 de las cuales cuentan sus vivencias en el libro y el documental. 

Plan Marta. Noticia publicada en la prensa australiana sobre la llegada de las españolas migrantes.

Plan Marta. Noticia publicada en la prensa australiana sobre la llegada de las españolas migrantes. / EPC

Como Restituta Sanz, de Éibar, que aterrizó en el primer vuelo para trabajar de sirvienta y acabó uniéndose en matrimonio a un australiano. O Leontina Prieto, asturiana, que llegó a Melbourne el 21 de octubre de 1961 y se casó esa misma tarde con su marido, que había migrado meses antes. O Dolores Santoveña, también de Asturias, que viajó en junio de 1961 con su hermana tras hacer un cursillo acelerado de camarera en un convento de Madrid, y que confiesa: "No sabíamos dónde estaba Australia, no teníamos planes, la cosa era salir por la aventura".

"La mayoría no tenía idea de lo que firmaba. Pensaban que viajaban con contrato laboral, pero era al llegar cuando las seleccionaban, normalmente por el aspecto, para servir en casas australianas. Muchas confesaron haberse sentido como ganado", explica Ortiz.

Repoblación

"Nadie les contó que su verdadera misión no era trabajar, sino repoblar un país despoblado", apunta Celia Santos, autora de novelas ambientadas en entornos migratorios. La historia de una ‘marta’ publicada en un periódico despertó su curiosidad y, tras investigar otros testimonios similares, ha escrito ‘El país del atardecer dorado’, que sale a la venta el 24 de octubre.

Elisa, la protagonista, es un personaje ficticio, pero en sus avatares hay retazos de historias reales vividas por aquellas migrantes que, según Santos, distan de las que participaron en otros éxodos. "A Suiza o Alemania fueron a por divisas. A ‘las martas’ las llevaron a criar nuevas generaciones de australianos. Las usaron de carnaza sin decírselo", distingue. 

Plan Marta. Julia González e hijos bajando del barco que los trajo de vuelta a España en 1970.

Plan Marta. Julia González e hijos bajando del barco que los trajo de vuelta a España en 1970. / EPC

Coincidiendo con el 60 aniversario del primer vuelo a Australia, en marzo de 2023 en Gernika, de donde partieron varias mujeres, les rindieron un homenaje y el ministerio de Migraciones les emitió un diploma y una carta de agradecimiento por haber participado en una operación "ignorantes del destino que se reservaba para ellas".

En realidad, el nombre elegido para el plan daba pistas de su naturaleza, aunque nadie puso énfasis en este detalle: se inspiró en el personaje bíblico Marta de Betania, hermana de Lázaro, quien según el Evangelio se encargaba de hacer las tareas del hogar. Es el mismo nombre que reciben en ‘El cuento de la criada’ -tanto en el libro de Margaret Atwood como en la serie- las sirvientas.

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